El Hombre en el Laberinto

El Hombre en el LaberintoEl Hombre en el Laberinto
Robert Silverberg
Editorial: La Factoría de Ideas
Colección: Solaris Ficción nº 165
Traducción de Almudena Romay Cousido
Primera edición: abril de 2012
Número de páginas: 256
Precio: 20 euros
ISBN: 978-84-9800-756-5
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Texto de contraportada:

Durante su frustrado intento de contacto con los habitantes de Beta Hydri IV, el diplomático Muller quedó marcado con un estigma que provoca que ninguno de sus congéneres humanos tolere su presencia. Aislado, muerto en vida, decide exiliarse a Lemnos, un planeta conocido por los horrores, reales e imaginarios, que alberga su laberinto, construido tiempo atrás por una antigua raza inteligente.

Ahora la Tierra tiembla bajo la amenaza de un nuevo peligro extraterrestre, y solo Muller puede salvar a los humanos. Se envía una expedición en su busca al mortal laberinto de Lemnos con la misión de traerlo de vuelta. ¿Aceptará el diplomático arriesgar su vida por una raza que ya lo repudió una vez?

Reseña de Jack Moreno:

Richard Muller lleva nueve años fuera de la Tierra. Desde un lejano planeta, a noventa años luz de distancia, contempla en el firmamento el brillo apagado de una pequeña estrella: el Sol.

En Lemnos no queda nadie ya; sólo Muller y el laberinto. Dividido en diferentes zonas, el dédalo se muestra impertérrito mientras defiende sus inextricables entradas y caminos con todo tipo de trampas.

Creyéndose olvidado por todos sus congéneres y apartado de los asuntos mundanos en su exilio autoimpuesto, un día Muller siente la llegada de una nave espacial. Desde el mismo centro de la ciudad laberinto, aguarda y observa con curiosidad y preocupación el progreso de los visitantes que lentamente se dirigen a su encuentro.

Durante mucho tiempo se consideró a Lemnos una ciudad inexpugnable. Sin rastro de sus antiguos constructores y deshabitada desde hace millones de años, sus incomprensibles automatismos internos han mantenido erecta la construcción, inalterable a los efectos del tiempo y letal en cada una de sus esquinas y recovecos.

Como si de un animal fabuloso, esquivo y lleno de sabiduría se tratara, la expedición liderada por el implacable diplomático Charles Boardman y su joven ayudante Ned Rawlins no ha hecho sino buscar por toda la galaxia al mítico Dick Muller con la intención de embaucarle una vez más y convencerle para que se una a ellos en una nueva cruzada para salvar a la humanidad de la terrible amenaza que representa la llegada de un raza alienígena beligerante e incapaz de comunicarse con los hombres.

Robert Silverberg recrea en El hombre en el laberinto la obra clásica de Sófocles, aquella en la que Odiseo y Neoptólemo (Charles Boardman y Ned Rawlins) querían llevarse consigo a Filoctetes (Muller) a la guerra de Troya. Filoctetes tenía una herida en el pie, producto de la mordedura de una serpiente, que no se curraba y apestaba debido a la infección, razón por la que fue apartado de la guerra y abandonado en la desierta isla de Lemnos. Diez años después, alguien se acordó de él y de sus flechas regaladas tiempo atrás por Heracles, vitales para poder ganar la contienda. Filoctetes fue marginado más que por el hedor de su herida por los gritos de desaliento que provocaba entre los suyos. Fue Odiseo el que finalmente logró convencerle para que dejara Lemnos y se uniera a la empresa prometiéndole la curación de su herida.

A lo largo de la novela Muller rememora sus éxitos personales, sus grandes logros diplomáticos, su gran prestigio como mediador en conflictos intergalácticos. Pero también reconoce que su arrogancia y su orgullo le pasaron factura infringiéndole un terrible castigo. La desmesura en su proceder, una confianza en sí mismo demasiado alta, la falta de humildad, en definitiva, la hibris de la que hablaban los antiguos griegos, fue la causante de su caída en desgracia, según confiesa a Rawlins.

Anclado en la autocompasión y el autodesprecio, Muller no desea más que permanecer en su retiro lejos de todo y de todos, para que nadie se sienta nunca más apestado con su presencia, con la condena que pesa sobre sí: una mente capaz de emitir de forma atronadora el sentir y la pesadumbre de su alma.

Silverberg esboza en la novela una visión negativa y pesimista del ser humano como un animal incapaz de comunicarse con sus iguales, con un pensamiento verdadero y un sentimiento real atrapado siempre en su mente, incapaz de salir. No obstante, la novela ofrece una posibilidad a la esperanza apelando al impulso innato del ser humano por relacionarse con sus semejantes, por querer volver al grupo. Un instinto gregario de superación y resurgimiento del que resulta imposible resistirse.

El hombre en el laberinto es otra extraordinaria novela del maestro Robert Silverberg. Lectura más que excelente y muy recomendada.

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