Moby Dick
Herman Melville
Editorial: Alianza Editorial.
Colección: 13/20.
Traducción: Maylee Yábar-Dávila.
Segunda edición: mayo de 2008.
Número de páginas: 878.
ISBN: 978-84-206-6268-8.
Precio: 8 euros.
Texto de contraportada:
El amplio mar, la constante contemplación del horizonte en busca de la presa, la abigarrada tripulación del Pequod, ballenero comandado por un capitán tullido y obsesionado por su venganza… Surgiendo de la profundidad de las aguas, como un espectro, la encarnación del Mal: Moby Dick, la ballena blanca…
Reseña de Jack Moreno:
Ismael, principal narrador de la novela, se presenta como un marinero nato, incapaz de permanecer demasiado tiempo en tierra firme, deseoso de encontrarse con el gran desafío de la caza de las ballenas en alta mar. Poco antes de embarcarse conoce a Queequeg, un arponero extranjero y medio salvaje pero honesto y sin malicia, con el que formaliza su amistad y su destino en el barco Pequod para un viaje que supondrá años de travesía.
A pesar de que la tripulación del ballenero presenta una gran variedad racial y religiosa, a bordo se respira una atmósfera de respeto. Después de varios días de navegación, por fin sale de su camarote el capitán Ahab, un anciano gruñón, huraño y enfermo, obsesionado con la idea de dar caza a la ballena blanca Moby Dick, el gran cachalote que en un anterior envite fallido logró escapar con vida de sus afilados arpones no sin antes lanzarle al mar y arrancarle una de sus piernas con su grandiosa boca dentada.
Ahab sólo tiene una idea en mente que le corroe: encontrar a su viejo oponente marino y darle muerte a cualquier precio. Más allá de su misión ballenera, en la que se debe a los propietarios del barco y a los que tiene que gratificar de vuelta con el preciado aceite de ballena, el viejo y tullido capitán antepone con rabia su venganza personal a su deber profesional.
Sin embargo, en los breves y escasos momentos de calma, Ahab recapacita y por unos instantes tiene el sentimiento fugaz de haber desaprovechado la vida, dejando atrás a su mujer y al resto de su familia. En su intimidad añora la tierra como cualquier otro marinero, pero hay algo, una tenaz fuerza que no comprende, que le impulsa a perseguir a la ballena blanca.
La reputación de Moby Dick entre los balleneros era terrible. La leyenda del monstruo hacía pensar que la ballena era omnipresente y aún inmortal, traicionera y llena de maldad. El concepto que se tenía en aquella época —primera mitad del siglo XIX— era negativo respecto a las ballenas, que se consideraban animales (todavía reconocidos como peces por algunos) dañinos, seres maléficos, leviatanes que desde la aventura de Jonás se dedicaban a hundir barcos y asesinar a sus tripulaciones enteras.
Pese a que está reconocida como una de las grandes novelas de todos los tiempos, este relato se ve hoy profundamente lastrado por su afán enciclopédico —en ocasiones un tanto romántico y con graves errores científicos— y su visión negativa de los grandes cetáceos. El gran desconocimiento sobre los océanos de antaño hace que el autor se sirva de dichos populares, saber vulgar lleno de prejuicios y todo tipo de supersticiones al intentar describir el comportamiento de las ballenas.
Como curiosidad en un capítulo se debate el problema de la extinción de la ballena debido a su alta presión cinegética, llegando a la conclusión de que no existe ni existirá tal hecho: justo lo contrario de lo que hoy sabemos.
Puntuación: 10/10
Novela recomendada por Jack Blade Runner Page.

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