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El salado mar apareció en el horizonte
El torrente veloz arrasó toda la siembra
El transparente cristal deja pasar toda la luz exterior
La dulce ambrosía se derramó en el suelo
La nieve blanca cubrió todo el prado
La noche oscura lo atrapó en el bosque
La joven niña corrió por el parque
La larga jirafa estiró su gran cuello
La pelota redonda comenzó a rodar
El pegajoso chicle se adhirió a la suela del zapato
La profunda fosa abisal reposa en el fondo del océano
La roja sangre tiñó su camisa
La verde siembra crecía con fuerza en el campo

Gracias por el material ofrecido, muy bueno.
Nada más, si me permite, le diré que los epítetos en general, me dan como que tienen un cierto tufillo a redundancia. Excepto, claro, aquellos que lisa y llanamente lo son, ante los cuales el tufillo tiende claramente a hedor.
e.g. Ante las expresiones «el desolado desierto», «el frío hielo», «el salado mar», «la pelota redonda» o «la profunda fosa abisal»(!!), es imposible no sentir la náusea de lo excedentario, de lo ocioso, de lo supernumerario, de lo pesante, de lo pedante, de lo excesivo. De lo redundante, en fin.
Gracias otra vez y disculpe el atrevimiento de mi comentario. Y MUCHAS gracias por permitirme recibir, de tanto tiempo ha ya, cotidianamente las novedades y ricos aportes que incluye Ud. en su blog.
Atte, F.R.
Saludos, Faustino.
Muchas gracias por tu comentario.