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¿Qué es una cárcel?
Una cárcel —también denominada prisión, penitenciaría o centro de detención— es una institución autorizada por el Estado para privar de libertad a personas que han sido condenadas por la comisión de delitos, así como a quienes se encuentran en situación de prisión preventiva mientras se resuelve su situación judicial. Su función principal es la retención y custodia de los internos, pero en los sistemas modernos también se reconoce la importancia de la reeducación y reinserción social de los penados, con el objetivo de evitar la reincidencia y facilitar su retorno a la sociedad como ciudadanos responsables.
Las cárceles forman parte del sistema penitenciario, que es el conjunto de normas, instituciones y procedimientos destinados a la ejecución de las penas privativas de libertad impuestas por los tribunales. Este sistema abarca tanto la organización interna de las prisiones como los criterios y principios que rigen el tratamiento de los reclusos, la clasificación de los internos, los regímenes de vida y las medidas de asistencia social y sanitaria.
Desde el punto de vista arquitectónico y funcional, una cárcel está compuesta por diversas unidades, módulos y departamentos que permiten la distribución y separación de los internos según criterios de edad, sexo, peligrosidad, grado de cumplimiento de la pena o necesidades específicas (por ejemplo, madres con hijos pequeños o personas con problemas de salud mental). Existen distintos tipos de establecimientos penitenciarios, como los centros de preventivos (para personas en prisión provisional), de cumplimiento de penas (para condenados) y especiales (para internos con necesidades particulares).
El régimen penitenciario es el conjunto de normas que regulan la vida diaria en la cárcel, buscando una convivencia ordenada y pacífica, así como el cumplimiento de los fines de la institución. Se distinguen habitualmente tres regímenes principales:
Régimen ordinario: para internos con circunstancias de convivencia normal, sin capacidad para vivir en semilibertad.
Régimen abierto: para aquellos que, por su evolución y circunstancias personales, pueden llevar una vida en semilibertad y mantener ciertos vínculos con el exterior.
Régimen cerrado: reservado a internos de peligrosidad extrema o manifiesta inadaptación a los regímenes anteriores, así como a preventivos con circunstancias similares.
La vida en la cárcel está marcada por la privación de libertad, la vigilancia constante, la existencia de normas estrictas y rutinas diarias, y la limitación de derechos fundamentales como la libre circulación y la privacidad. Sin embargo, también existen programas de trabajo, formación, actividades culturales, deportivas y religiosas, así como atención médica, psicológica y social, que buscan favorecer la reinserción del interno y minimizar los efectos negativos del encierro.
