Qué significa tirar de la manta (etimología)

Tirar de la manta

La expresión «tirar de la manta» es una de las frases hechas más conocidas y utilizadas en el ámbito hispanohablante, especialmente en contextos de escándalos, corrupción o situaciones donde alguien amenaza con revelar secretos comprometidos. Su significado, su uso actual y su origen histórico encierran una gran riqueza cultural y social.

Significado actual

Según la Real Academia Española, «tirar de la manta» significa descubrir algo que se quiere mantener en secreto. En la práctica, se utiliza cuando una persona, generalmente implicada en un asunto turbio o ilegal, amenaza con revelar información confidencial que podría perjudicar a otros involucrados. Es habitual escuchar esta expresión en el contexto de casos de corrupción política, investigaciones judiciales o escándalos empresariales, donde un testigo o implicado decide colaborar con la justicia y destapar la trama a cambio de algún beneficio o protección.

Por ejemplo, en los medios de comunicación es frecuente leer titulares como:

«El periodista tiró de la manta y destapó el caso de corrupción.»
«El exfuncionario está dispuesto a tirar de la manta si no le conceden inmunidad judicial.»

En todos estos casos, el sentido es el mismo: revelar secretos importantes o confesar algo que puede comprometer a otras personas.

Etimología y origen histórico

Aunque hoy la expresión se asocia a la acción de destapar secretos, su origen es mucho más concreto y está ligado a la historia de España, en particular a la persecución de los judíos conversos durante la Edad Media y la Edad Moderna.

La «manta» no era una prenda

Contrario a lo que podría pensarse, la «manta» en esta expresión no se refiere a la prenda de abrigo que usamos para cubrirnos. En los siglos XVI y XVII, especialmente en Navarra, se llamaba «manta» a unos enormes lienzos o telas colgados en las paredes de las iglesias, en los que aparecían escritos los nombres y apellidos de las familias que descendían de judíos convertidos al cristianismo tras la expulsión de 1492. Estos registros, conocidos como «mantas», servían para identificar públicamente a los llamados «cristianos nuevos» o «conversos», diferenciándolos de los «cristianos viejos» o de «pura sangre».

El acto de «tirar de la manta»

En ese contexto, «tirar de la manta» significaba literalmente descolgar o desplegar esas telas para leer los nombres y así investigar posibles falsas conversiones o delatar a quienes ocultaban su origen judío. Era una práctica asociada a la cultura de la delación y el antisemitismo, pues permitía señalar y perseguir a familias que, pese a haberse convertido, seguían siendo objeto de sospecha y discriminación.

Uno de los episodios más célebres ocurrió en 1610 en la Catedral de Tudela, donde se expuso una manta con los nombres de más de 200 familias conversas. Esta tela permaneció expuesta hasta el siglo XIX, recordando el peso social y el estigma que suponía figurar en ella.

Evolución del significado

Con el paso del tiempo, la expresión perdió su referencia literal a las telas y pasó a usarse en sentido figurado. Así, «tirar de la manta» se convirtió en sinónimo de sacar a la luz secretos vergonzosos o comprometidos, especialmente aquellos que se intentan mantener ocultos por el daño que pueden causar a personas poderosas o influyentes.

Uso en la actualidad

Hoy en día, «tirar de la manta» es una expresión habitual en la prensa, el cine, la literatura y la vida cotidiana, sobre todo cuando se habla de delaciones, confesiones o revelaciones explosivas. Su uso implica casi siempre la existencia de un secreto colectivo, un pacto de silencio o una red de complicidades que puede venirse abajo si alguien decide hablar.

En el ámbito judicial, por ejemplo, se utiliza cuando un acusado amenaza con colaborar con la justicia y delatar a otros implicados a cambio de una reducción de condena o protección legal. En la política, suele aparecer cuando un exmiembro de un partido o gobierno decide contar lo que sabe sobre prácticas corruptas.

Paralelismos internacionales

Aunque la expresión es muy española, su sentido tiene equivalentes en otras lenguas, como el inglés «to blow the whistle» (ser un «whistleblower»), que también hace referencia a quien revela información confidencial sobre actividades ilícitas o inmorales dentro de una organización.

Connotaciones sociales y éticas

«Tirar de la manta» suele tener una carga moral ambivalente. Por un lado, puede verse como un acto de valentía y justicia, al revelar la verdad y permitir que los responsables rindan cuentas. Por otro, puede considerarse una traición o una forma de venganza, especialmente si el que tira de la manta lo hace para obtener un beneficio personal o para perjudicar a antiguos aliados.

Tirar de la manta significa revelar secretos o escándalos que otros quieren mantener ocultos, especialmente en contextos de corrupción o delitos. Su origen se remonta a la España de los siglos XVI y XVII, cuando «la manta» era una tela donde se exponían los nombres de los conversos, y «tirar de la manta» era un acto de delación. Hoy, la frase se ha convertido en un símbolo de la acción de destapar verdades incómodas, con todas las implicaciones éticas y sociales que ello conlleva.