Hace poco, viajé por Italia. En una tienda pequeña, en Florencia, vendían estas plumas tan chulas presentadas dentro de unas cajitas de cartón con su correspodiente frasquito de tinta de color.
Para los que nunca las hemos utilizado debe resultar hoy en día un poco difícil y lento escribir con ellas. De todas formas, me supongo que son más decorativas que otra cosa.
Al final me decidí y compré un estuche con un troquel, cera y un mechero de alcohol para hacer sellos. Un regalo estupendo para los amantes de la sigilografía. Un certificado de autenticidad.



